En los pacientes con COVID-19 se han observado diversos tipos episodios trombóticos: isquemia periférica, tromboembolismo pulmonar y algunos casos de coagulación intravascular diseminada. Se desconoce la incidencia de enfermedad tromboembólica clínicamente significativa en estos pacientes, pero entre los ingresados en UCI, se ha estimado una incidencia de complicaciones trombóticas del 31%, siendo el tromboembolismo pulmonar la más frecuente (81%) (1). Siguiendo los criterios de la Sociedad Internacional de Trombosis y Hemostasia (ISTH) (2), la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH) (3), y la Sociedad Española de Cardiología (SEC) (4) para el ámbito hospitalario, recomiendan la administración de una heparina de bajo peso molecular (HBPM) a todos los pacientes COVID-19 que no presenten contraindicaciones, ya que por lo general reúnen varios factores de riesgo de enfermedad tromboembólica venosa, como la inmovilización o la propia infección, que recomendarían el inicio de tromboprofilaxis (1). En pacientes con COVID-19 se observan con frecuencia alteraciones en los parámetros de coagulación (principalmente, tiempo de protrombina, fibrinógeno y dímero-D). Concretamente, los niveles de dímero-D son más elevados en los pacientes más graves y este incremento se asocia con un peor pronóstico de la enfermedad, por lo que la medición puede ser útil para estratificar los pacientes que requieran ingreso hospitalario y estrecha monitorización (1,4). En los pacientes con COVID-19, se consideran de mayor riesgo trombótico, los siguientes factores (3,4): En función de la gravedad y del riesgo tromboembólico, se especifican 3 tipos de dosificación para las HBPM en pacientes hospitalizados, que se pueden consultar en la figura 1 del documento de la SEC (4) y en las tablas del documento de la SETH que se reproducen a continuación (3): Basándose en diversos estudios que se han realizado sobre la disminución de la mortalidad en pacientes tratados con HBPM con cifras elevadas de dímero-D, este parámetro se considera un factor de alto riesgo de tromboembólico cuando su valor es >6 veces el valor normal. También constituye un factor de riesgo tromboembólico elevado cuando su valor es 3 veces superior al normal y se acompaña de otro parámetro proinflamatorio COVID-19 (cifras elevadas de: proteína C reactiva, interleuquina-6, ferritina y/o linfocitopenia) (3,4). Sin embargo, en la guía rápida de COVID-19 del NICE (actualización de 8 de abril de 2021) figura, como recomendación de consenso, que la dosis profiláctica de heparina no debe basarse en los niveles de dímero-D (5). La Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (FACME) (6) ha emitido unas recomendaciones para el diagnóstico y tratamiento de eventos trombóticos tras la vacunación frente a COVID-19. Cuando 3 semanas después de la administración de la vacuna, se sospecha trombocitopenia trombótica inmuno-inducida por la vacuna (VITT), se ratificará la trombocitopenia y se determinarán los anticuerpos anti-heparina/PF4, instaurando un tratamiento específico para la VITT cuando el resultado fuera positivo; en incluso cuando el resultado sea negativo, pero los valores de dímero-D fueran 4 veces superiores a lo normal. A nivel ambulatorio, no se dispone de evidencia sobre si la profilaxis con anticoagulantes en etapas precoces puede suponer una reducción de los eventos trombóticos o mejorar el pronóstico de los pacientes con COVID-19 (1). Las principales incertidumbres en pacientes ambulatorios son las recomendaciones en cuanto a las dosis y la duración del tratamiento en pacientes de alto riesgo trombótico, que varían ampliamente según los autores, entre 7 y 45 días (7,8). Como norma general, la SETH recomienda: deambulación en el domicilio, evitar la estancia prolongada de pie o sentado, evitar cruzar las piernas, cambiar de posición como mínimo cada 30-60 minutos, realizar ejercicios de flexoextensión y movimientos circulares de los pies cada hora y, evitar la deshidratación (3). Para la instauración de tromboprofilaxis, pueden distinguirse varios tipos de pacientes: Sin ingreso hospitalario. La evidencia disponible en este grupo de pacientes es muy limitada. Si el paciente no está en tratamiento anticoagulante, habrá que valorar de forma individualizada el riesgo trombótico (escalas PADUA o IMPROVE) y el riesgo hemorrágico (escala IMPROVE) (1,7,8,9) (ver las siguientes tablas). Tomada de (9) Tomada de (9) Actualmente no se dispone de una escala de valoración de riesgo trombótico validada específica para pacientes ambulatorios con COVID-19, aunque se ha evaluado la aplicabilidad de las escalas para pacientes hospitalizados con enfermedad médica no quirúrgica. El perfil de riesgo de los pacientes ambulatorios no difiere de forma importante, por lo que pueden utilizarse en cualquier ámbito (atención primaria, hospital y urgencias), sobre todo la escala IMPROVE. Algunos autores han modificado esta escala, introduciendo variables como los valores del dímero-D, que cuando están aumentados al doble de su valor, suman 2 puntos de riesgo; pero estas modificaciones aún no están validadas. La evaluación de riesgos tiene que ser continua en pacientes con COVID-19 para ajustar la estrategia de tromboprofilaxis, debiendo tenerse en cuenta varios aspectos (3,9): Bibliografía:
Proteína C reactiva (PCR) ˃150 mg/L
Dímero-D ˃1500 ng/mL (˃3 veces el valor normal)
Ferritina ˃1000 mg/mL
Linfocitopenia <800x10 ^6/L
IL-6 ˃40 pg/ml
Utilización de heparinas de bajo peso molecular (HBPM) en pacientes ambulatorios con COVID-19.
Ratio: 5 / 5
Última modificación:18-05-2021